viernes, 27 de marzo de 2009

Hombres de la calle

El tema del que les hablaré hoy es muy extraño para mí; yo no logro entenderlo del todo. Hoy les contaré mis experiencias con los hombres. No, no piensen mal, coño. Lo que quise decir es que les contaré todas las estupideces y atorrancias que escucho cuando voy caminando por ahí.

Empezaré por los muchachos que empaquetan las cosas en el supermercado. Los manes son unos completos stalkers, y el asunto se pone peor en ciertos supers, porque hay tantos que pareciera que se reproducen como los peces. Yo no soy una man bonita ni nada de eso; es que podría jurar que ellos nunca han visto una mujer en su vida. Personalmente, yo empecé a odiar ir al super porque me daba miedo esos manes (antes amaba ir… ¡tanta comida en un solo lugar! Era como mi lugar perfecto). Así que yo procuro ir siempre al super mal vestida, con unos jeans espantosos y algún sweater enorme y horrible. Pero de vez en cuando me toca ir bien vestida y eso, y es como si entrara en bolas al lugar. Recuerdo perfectamente una vez que estaba haciendo la fila, y desde atrás se me acercó un muchacho, que se me pegó totalmente al cuerpo y me dijo al oído: “Hummm”… Yo quedé paralizada, pero ya saben cómo son esas cosas, todo sucede en cuestión de segundos.

También en mi lista tengo que mencionar a los trabajadores de las construcciones. No sé cómo es que esos edificios se mantienen en pie, porque ellos se desviven por ver a las mujeres pasando por la calle. El otro día iba por hacia la calle 50, y escuché a unos tipos que yo creo que estaban como en el piso 20. Más alto no podían estar. Lo más seguro es que me vieran del tamaño de una hormiga pero, repito, pareciera que nunca han visto a una mujer.

Otros son los random, los que andan caminando por ahí. Una vez, en una parada, se me acercó un man y me dijo: “Hola, muchacha, estás muy linda, ¿no te lo dicen siempre? ¿Ah? Eres muy bella... bla bla bla bla”, hasta que yo ya lo miré y le dije: “Ya, está bien, pues!”. Y él siguió y siguió hablando… y por fin, después de un buen rato, se fue. El otro día sí que me divertí bastante porque venía camino a mi casa y me crucé con un viejo que me dijo: “Así como tú son mis novias”. Y yo le respondí: “Ah, sí, claaaro”. No sé que hizo, pero yo me empecé a reír como loca por todo el camino (una mujer me miró con cara de preocupación). La pregunta del millón que me hago es por qué ellos creen que alguien como yo les haría caso. Quiero decir, ¿es que acaso ellos confían en que les hable, los mire o los determine? Hello, son gente de la calle, la gente normal no anda hablando con cualquiera que se cruce en su camino…

Está la clase de hombres montados en carros, camiones, mulas y buses; prácticamente se salen de la ventana sólo para gritarle algo a una mujer. Una de las veces que estuve en Chitré para competir en natación (no fue la vez de la araña/tarántula) iba de camino al hotel con mi papá y un tipo en un carro nos gritó: “Cuídela bien, suegrito!”. Qué pena, casi se me cae la cara de la vergüenza –como si hubiera sido yo la que lo dijo. Hace una semana dos hombres en una 4x4 negra me siguieron tooodo el camino, solo diciéndome que me quitara los lentes para “conocerme mejor”. JA! Es como si creyeran que yo fuera a hacerles caso. Pero el peor de los casos míos del día de hoy me ocurrió cuando estaba en una carrera por allá por Albrook (lugar que queda cerca del área del Canal de Panamá) e iba corriendo casi sola por una calle de puras residencias. Andaba en eso, con mis pantalones cortos y mis clásicos lentes oscuros, cuando se me acercó un carro con 4 tipos adentro. El auto se mantuvo totalmente a mi velocidad; iba a la par mío. No me acuerdo con exactitud de sus palabras, pero yo tenía mucho miedo, porque MUY fácilmente me hubieran pegado, que sé yo, y me hubieran montado en el carro, porque no había nadie viendo en ese momento. Yo no sabía qué hacer: si detenerme y acercarme a una casa o seguir y arriesgarme. Por suerte, unos 5 minutos después, aceleraron y con ellos se fue mi pánico. Fue una experiencia horrible, y espero que nunca me vuelva a encontrar tan sola así como para sentir que mi vida puede correr peligro. La única ventaja que puedo sacar de todo esto, es que tengo la suerte de siempre encontrar taxistas que me lleven donde sea (aquí en Panamá hay una maldita costumbre de que ellos no te llevan a ningún puta lado; es una manía que han agarrado últimamente). Bueno, no, hubo una ocasión en que le saqué todo el jugo a la naranja. Cuando fui a comprarme un café tamaño grande en Dunkin Donuts, el dependiente mínimo se le salía la baba (pobre idiota). Le pedí un café grande (cuesta como 2.75 o más… creo que cuesta más de 3.00) pero como andaba en la China –o quizás para hacerme un gran favor- me cobró el precio de un café chico. Yo me di cuenta de una vez, pero por supuesto que no dije ni un carajo –ni que fuera tan pendeja como ellos. Pero le sonreí al muchacho; muy amable de su parte.

Hay una anécdota muy interesante, en la que yo estaba montada en una bicicleta, con casco, zapatillas, pantalón corto y un sweater ancho, y pasó un camión y casi se sale por la ventana el tipo. Yo todavía no entiendo la razón por la que el man hizo eso, porque es imposible ver algo cuando yo tenía un espantoso casco sobre mi cabeza y una blusa horrorosa que me quedaba enorme. Pero esto confirma mi teoría de que nunca han visto una mujer.

He visto a varios hombres torpes y estúpidos: mi vecino se tropezó en las escaleras del edificio sólo por andar mirando –pobre, casi rueda escaleras abajo. Otro tipo un día se estaba tomando una soda, y al querer decir alguna anormalidad se atragantó con la bebida (pobre imbécil). Uno se medio estrelló con una puerta al tratar de entrar a un almacén en el mall. Desgraciadamente para mí, casi se me cae un café por andar lujuriando a un chico guapísimo, así que ese día tomé un poco de mi propia medicina.

Para comentarles un poco de lo peor de lo peor, un día caminando por otro mall con unos parientes y amigos ticos, tuve que detenerme porque los que venían en dirección contraria a la mía no se quitaron del camino, como yo pensé que iban a hacer. Lo que pasó es que el más grande de todos, un muchacho flaco y alto, se me acercó taaanto, que todo su pecho quedó recostado en el mío y su pierna contra la mía. Fue algo asqueroso y perturbante, que lo único que logró es que yo me quedara quieta y en shock. Me dijo que qué rica estás o algo así, y después siguió caminando con sus amigos. Nadie con los que yo iba lo vio, y no fue como hasta varios segundos después que pude empezar a gritar palabras sucias, pero ya ellos se habían ido. O cuando iba subiendo a un bus y el pavo (el pavo en Panamá es un man que se para en la entrada y es el encargado de “gritar” las rutas del bus… realmente, no hace más nada) me agarró por la cintura y cuando yo empecé a voltearme para encararlo me soltó. Como el bus se jamaquea tanto, yo fue directita a sentarme, pero al principio creí que me lo había imaginado, hasta que en una de esas pillé que el iweputa me estaba mirando por el espejo del bus. Y cuando me bajé me gritó un poco de cosas. Maldita sea, yo tengo un problema con esas clases de asuntos, ojalá nunca me pase nada malo.

Un muy buena que le conté hace un hora a una amiga (Key) fue que cuando yo tenía 15 años, había un hombre de 30 años, que trabajaba en el trabajo de mi mamá, que me acosaba. No quiero exagerar diciendo que me acosaba sexualmente, porque sé que hay mujeres que le han pasado cosas horribles; además, en mi caso yo no me negaba. Les sonará raro, pero a mí hasta me gustaba la cosa. HEY! pero compréndame, gente, el tipo se veía bien, tenía plata, un BMW y dos apartamentos. El muy idiota se la pasaba mirándome, y una de las cosas que me dijo por primera vez es que “yo tenía cara de niña pero cuerpo de mujer”. Jajajaja… O la clásica es que me soltara el cabello, ya sea que lo tuviera agarrado con una cola o un gancho. Pero las cosas más divertidas (que cualquier madre encontraría altamente perturbante) es que me preguntaba que cuánta edad tenía, y cuando le decía que tenía 15, él me contestaba de vuelta: “Ok, dentro de 3 años hablamos de nuevo”. Un buen sábado, me contó su propia anécdota personal en la que él se encontraba en una fiesta en una casa en Coronado (lugar cercano a la playa del mismo nombre) cuando conoció a una linda chica. Al día siguiente, ella le dijo que tenía que irse pronto, porque tenía tarea que hacer. Él le preguntó: “¿Estás en la Universidad?”, y ella le respondió: “No, estoy en la escuela”. “¿Cuántos años tienes?” “14”. Y de esa manera él me recordaba que no le importaba la diferencia de edad (y que a mí tampoco me tenía que importar). De la nada ese man también llegaba y me hacía masajes en la espalda. En serio que ese hombre estaba medio mal. Y me quería juntar con su hermano de 24, porque dice que así los dos –su hermano y yo- íbamos a quedar a la par. Sólo duró 3 meses en la oficina; luego mi mamá lo despidió. No creo que supiera algo de esto, aunque sé que ella no es estúpida. El único comentario que mi madre me dijo de él fue: “Cuando ese tipo anda cerca, no le prestes atención porque habla mucha mierda”.

Ya ven cómo son las cosas por acá en mi extraño mundo. Pero esto no lo hago por querer creerme o algo así, sino porque la mentalidad masculina no la entiendo. ¿Qué ganan haciendo todo esto? Para mí es algo incomprensible.

Cuídense, chicas!

BYE!!

2 comentarios:

Isaac LoL dijo...

son degenerados, pervertidos, omg like... idk creepy fuckers.
idk porque lo hacen, yo tampoco entiendo, no ganan nada, otros lo hacen porque estan mentally sick, serio, el man de 30... omfg, es un pedofile!
be careful k
byee!

Claudia S. dijo...

Oh my... los hombres son seres extraños, siempre lo he dicho xD
A todas nos pasa esto, si te contara cuantas burradas me han dicho por la calle... en estas situaciones hay que tener mas que todo cuidado con la inseguridad, pueden que sean solo palabras o miradas, pero y si luego nos secuestran?? o nos llevan a un monte??
Ese de 30 si que no tiene futuro jaja.
Saludos Astrid!