lunes, 16 de marzo de 2009

Mi vida deportiva, II parte

¿Qué sentirían si quedaran desamparados en un lugar desconocido? Si no saben, pregúntele a mi mamá, que estuvo así de cerca de pegarse un tiro o de dejarse achurrar por un carro hace 9 años. Claro, todo por mi culpa.

En mi casa sucede algo interesante: se dañó la tostadora. Astrid tiene la culpa. Un pájaro llegó al balcón y cagó una cortina que estaba secándose de lo más linda en el balcón (vivo en edificio). Culpa de Astrid, no lo duden. Se descargó la batería del celular de mi papá. Obvio que es culpa mía. A la computadora de mi mamá, de su trabajo, o sea, una oficina que queda como a 5000 kilómetros de mi casa, se le metió un virus. Fue Astrid. Ya hasta se pasan; se acabó el shampoo, y dicen que yo tengo la culpa por no avisar (yo tengo mi propio shampoo y tengo que vigilar el de los demás, aja). Si ocurre un terremoto en Colombia, Clau, ya sabes, yo tengo la culpa.

Como iba diciendo, en noviembre del 2000 íbamos mi madre y yo en una bus hacia Costa Rica, porque yo iba a participar en una competencia de natación. El bus era alquilado; lo que quiero decir es que iban puras personas conocidas, los nadadores con sus padres. Como solo lo conducía un chofer (siempre son dos, es un viaje de 15 horas más o menos) parábamos en la madrugada a cada rato, porque, en serio, había que evitar que el man se durmiera. Si no hubiéramos parado tanto, hoy no estaría contándoles esto. En una de esas tantas paradas, nos bajamos en un restaurante en pleno Cerro de la Muerte a las 4 de la madrugada; para el que no sepa, el trayecto después de cruzar la frontera Panamá-Costa Rica es bien complicado, porque es pura montaña y hay mucha neblina. El asunto es que mi mamá me dijo: “Astrid, ¿necesitas ir al baño?”, y yo le decía que no, no tenía ganas de hacer pis. Después de un buuuen rato, le dije que ahora sí que tenía ganas (me había tomado una Coca-Cola), así que fuimos.

Cuando salimos, no había bus. Desapareció. Missing. Lost. Salieron sin nosotras.

A mi mamá casi le da. Pero casi, casi le da una apoplejía. Se puso como loca, empezó con una sarta de palabras sucias que yo nunca había escuchado en ella (es una señora seria, no es como yo). Por supuesto, teníamos dinero panameño, no teníamos maletas, absolutamente nada. Ni siquiera piensen en los celulares, recuerden que para ese entonces eran unos bloques de 40 kilos con los que podías matar a cualquiera. Y ay de que se te cayera sobre un pie. Así que nada de llamaditas, el roaming era algo del futuro (de a vaina existía la computadora). Mi madre se acercó corriendo a un taxista tico que andaba por ahí, y él, muy respetuosamente (el trato al público tico es idéntico, idéntico al panameño; si pudieran, aquí en Panamá te tirarían la comida en la cara o te escupirían. Es en serio, poco les falta por pegarnos. Yo llego al un almacén y pregunto por algo, y es como si les aventara la madre; es una de peores cosas que tiene Panamá), le dijo a mi mamá que por X precio, le daba alcance al bus.

Pero en eso, vimos un bus gigante acercándose, y resultó ser el nuestro. Como si nada hubiera pasado, y como si el incidente hubiera sido la broma más graciosa del mundo, el chofer abrió la puerta y dijo: “¿Qué, pensaron que las habíamos dejado? Sólo salimos a dar una vuelta”. Si las miradas mataran, ese señor estaría hoy como a 50 mil metros bajo tierra.

Pero Costa Rica resultó ser muy interesante: tuve ciertos problemitas eléctricos en la piscina. Y digo eléctricos, porque la piscina tenía focos a ambos lados que pasaban electricidad, y no miento. Que me parta un rayo si digo mentiras. …. (Astrid, Astrid, ¿estás bien?... Oh my God, está tostadita!!)…

Ok, prosigo. Estaba de lo más cansada, helada y jodida (la temperatura y la altura tica hace estragos en una persona que viene de vivir al nivel del mar como yo) cuando me recosté al borde de la piscina, tratando de recuperar el aire. Yo soy de esas personas que el simple hecho de abrir la puerta del carro, recibe un corrientazo. O agarrar el mouse de la computadora. O el colocarse al lado de una persona en las escaleras mecánicas (¿a nadie le ha pasado? Hace 5 años tenía a mi primita en brazos, en las escaleras mecánicas del aeropuerto, y casi la dejo caer porque me pegó EL corrientazo del siglo; que bien que mi tía no me vio, sino me hubiera desheredado o me hubiera pasado un carro por encima). O agarrar una carretilla en el supermercado. O mandar un mensaje de texto estando el celular conectado a la computadora. O prender la computadora. O tocas la pantalla. O subirle el volumen a las bocinas de la computadora. O conectar un USB al puerto USB (no mira, al tomacorrientes!). Toda mi vida me he considerado una persona negativa, o positiva, qué se yo, recuerden que me quedé en física. Por lo tanto, cuando sentí una sensación rara en la pierna, creí que era un niñito que me estaba molestando. Pero mire hacia abajo y no vi nada. Luego creí que era una hoja de un árbol, pero tampoco. Hasta que me percaté que era el foco cercano a mi pie. Como buena ser humana que soy, fui lo suficientemente imbécil como para poner la mano encima del foco; que buena descarga me pegó. Pero eso no es todo. En el partidor, ya saben, el lugar donde parten los nadadores (nooooo!), estando dentro del agua (les pongo la picture, pa que sepan)

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sentí lo mismo pero en mis manos. Por suerte, esta vez sí que no era locura mía, porque resulta que la cosa azul estaba eléctrica y todo el mundo empezaba a hacer bulla. Al inicio pensé que era awewason mía, pero entonces vi que una de mis compañeras hacía sonidos raros y muecas extrañas.

La anécdota de la electricidad está contada. No pregunten por qué carajo dejaban que en el agua hubiera problemas eléctricos; supongo que la respuesta de los organizadores hubiera sido la misma que la del recepcionisto del Idaan, la empresa del agua en Panamá. Me imagino que como ellos no eran los que estaban en la piscina, entonces no le interesaba lo que nos pasara a nosotros.

La del chicle es bastante corta y estúpida: andaba para ese entonces muy obsesionada con los chicles de canela “Big Red”, y me masticaba al día como 5 de ellos. Claro, cuando llegaba la tarde y tenía que ir a la piscina (yo iba los 5 días de la semana, de 4:00pm a 8:30pm; ya ven cuando les digo que era una muy buena niña) no quería separarme de mis deliciosos y preciados chicles. Era muy rebelde (todavía lo soy), así que entré a la piscina mascando mis chiclecitos. Sólo habían pasado como 5 minutos, cuando me tragué el chicle por accidente, en una de las respiradas (hello, no soy pez ni mantarraya, necesito respirar aire). Pero ése no es el problema; todo el mundo ha tragado chicles en su vida. La vaina es que se me quedó atorado en la garganta. Ya se imaginarán la imagen mía: yo, debajo del agua, con las manos en la garganta, moviéndome como si fuera un títere. Hasta que de la nada, el chicle salió. Entonces, como sucede en las películas, todo se volvió cámara lenta y salí a la superficie. Respiré. Wao, hasta se me aguaron los ojos; en serio que me estaba ahogando. Aunque, claro, nadie me vio. NADIE! Resulta que a veces soy invisible, como cuando estoy en la fila para comprar algo en el súper, y viene alguien y se me cola. Pero no me torné invisible cuando fui a pedirle un autógrafo a Noel y los gorilas que lo estaban cuidando no me dejaron pasar.

De vez en cuando me dicen que mi vida es interesante; pero yo quiero que ustedes le echen mente a la cosa, porque quiero que se den cuenta que cada uno de ustedes también tienen cosas interesante que contar, como que mataron a 15 de sus compañeros de la escuela, porque éstos eran los que los molestaban, les ponían tachuelas en la banca y les robaban la comida del almuerzo. Pero si me van a confesar aquí algo así, les recuerdo que no sé mucha psicología humana (hay que especificar, el otro día vi en una canal que había un man que le pagaba a otro man para saber porque su perro hacía ciertas cosas, como orinarse cada vez que llegaba a la casa; lo que pasa es que el tipo era psicólogo perruno. Lo juro.), y la poca psicología que sé, me la aplico a mí misma.

Hablo de la masacre de un estudiante de 16 años alemán, que mató a sus compañeros y luego se suicidó. Buen niño, quizás le hubiera servido tener un blog. Así muchas personas se hubieran enterado que quería asesinar a 15 inocentes personas. Aunque dicen que le escribió a alguien algo de: “Mañana iré a la escuela y haré una parrillada”. O una barbacoa. Da igual, no entiendo cómo puede comparar unos asesinatos con una comida. Maldito desgraciado.

Vivir a veces mata de la risa. Nada de amargura.

Bye…!!

*Astrid A.*

4 comentarios:

Claudia S. dijo...

jaja Astrid, el día que ocurra eso en Colombia no te echaré la culpa, creo que ya tienes suficiente xD
Por mi parte no soy buena nadadora y jamas lo seré, en fin, no soy para nada deportista u_u ahora que me acuerdo cierta vez realizando unos circuitos de ejercicios en el colegio, me ocurrió lo mismo que a ti... vomité :s es que no deberian obligarnos a hacerlo con el estomago lleno ¬¬

Y tienes razón, nada de amargura ^^
Saludos!

Anónimo dijo...

yo no se nadar
D:
"Por lo tanto, cuando sentí una sensación rara en la pierna, creí que era un niñito que me estaba molestando. Pero mire hacia abajo y no vi nada. Luego creí que era una hoja de un árbol, pero tampoco. Hasta que me percaté que era el foco cercano a mi pie." te estas electrocutando y no te das cuenta. :D

*Astrid A.* dijo...

Si, por favor, ya hay mucha culpabilidad sobre mis hombros... jajajajaja!!

Bueno, quizas no te guste nadar, pero cuando hace calor a uno como que le da ganas de quedarse en una piscina tooodo el dia, o no?? =)

besos clau!

Claudia S. dijo...

Sii, en eso si tienes razón! si que provoca quedarse todo el dia en medio de estos calores tan horribles que hacen hoy en día!