lunes, 20 de abril de 2009

10 razones por las que soy una niña buena, I parte

Estaba esperando para poder dormirme cuando de repente pensé que qué buena suerte tenían mis padres de tener una hija como yo. Y pensaba en buena suerte, porque me considero una muchacha tranquila, sin problemas sociales (mentales, quizás, pero me los guardo pa mí solita) o alguna adicción y cosas así (las adicciones a las ideas –cough, cough, Sin Bandera y Twilight- no cuentan). Así que decidí hacer mis 10 razones por las que puedo asegurar que soy una niña buena:

1. No fumo marihuana

Sólo me tomo un par de pastillas de éxtasis y de vez en cuando me inyecto heroína. Nada de marihuana. Ok, estoy jodiendo, claro que no me drogo ni nada de eso. No es que sea lo peor del mundo, sólo pienso que es algo que te destruye, así que creo que el que se droga, se está matando (algo que considero como suicidio, lo que es una estupidez).

2. No me emborracho

Nada de eso de ir a fiestas y subirse a las mesas a bailar una música erótica mientras me quito la ropa. No necesito de una cerveza para hacer eso; es algo que hago estando sobria. Estoy bromeando de nuevo. Pero mis padres pueden estar tranquilos de que no voy a salir a plena calle tambaleándome de un lado pa otro, cantando rancheras a todo pulmón. Así que la razón es perfecta.

3. No golpeo a ningún animal en la calle

No es que sea tampoco una man de esas de Green Peace o que son extremistas, extremistas (recuerden, los extremos son malos), pero nunca he golpeado a un animal en mi vida. Bueno, supongo que los insectos están totalmente excluidos de esta lista. Ah, la única vez que le hice mal a un animal fue cuando estaba en la casa de mi tía (la misma a la que le encharqué la cocina con avena –si no sabes de qué te hablo, leer el post Mis desgracias culinarias) e iba a entrar en el cuarto. Entonces, de la nada, salió su perro (un Shih Tzu, aquí les dejo las fotos, es un perro hermosísimo) y se cruzó al frente a mío. Parece que cuando di un paso, le pisé la cola, y Tequilo (así se llama) a pegado el grito de perro más horroroso que he escuchado en toda mi vida. Sólo le pisé como 1 centímetro y chilló como si se la hubiera cortado. Tengo que decir a mi favor que ese perro es un chillón del carajo. Pero me hizo sentir terrible, hasta el punto que me tuve que refugiar en el baño a llorar; sentía como si fuera la peor persona en este universo (pero no peor que Osama Bin Laden). No mato pájaros, ni ahogo gatos (qué crueldad), ni tampoco asesino ballenas en el Polo Norte (una vez me invitaron, pero quería ir al cine, así que decidí rechazar la invitación. Otra broma).

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4. No les pego a mis padres

Hey, he escuchado por ahí que hay chicos que agreden física y mentalmente a sus padres; lo máximo que yo hago es decirle viejo gordo a mi papá. No merezco cárcel por eso, ¿o sí? Ya me imagino el día que le levante la mano a mi padre o a mi madre; créanme que ese mismo día me despido de mi mano, la otra, mi pierna, la otra y por ahí mismo de mi cabeza.

5. Le tengo pánico a las alturas, a los bichos, al mar, a los cuchillos, al fuego, a la electricidad…

Razón de más para que mis padres estén tranquilos en el sofá de su casa: ellos saben que JAMÁS se me ocurrirá tragar fuego, lanzar cuchillos al aire, tirarme de una avioneta en paracaídas, o andar en un río haciendo eso de rafting, o tirándome de un acantilado (por las alturas y porque caigo en agua, lo que significa que es algo horrible para mí), o en un tour por la selva amazónica (5 segundos hay y me encontrarán de un paro cardiaco tirada en el suelo o trepada en el árbol más grande de la región, asustada por una mariposita que se posó en mi hombro) o cazando huracanes (electricidad). Cualquiera sea el deporte extremo, yo no estaré allí, ténganlo por seguro.

6. Hago algunos quehaceres de la casa

No pueden quejarse de mí; yo soy muy bienmandada. Friego todas las noches (un cerro de platos como si mi casa fuera un restaurante, en vez de la cantidad que debería haber para 3 personas que sólo almuerzan) y le echo agua a las jarras.

7. Fui cuadro de honor en la escuela

Fui la primera de mi salón por 5 años seguidos. Cómo lo hice, no tengo ni idea, aunque siempre he creído que fue obra de mis padres, porque yo era algo así como su títere. Cuando me cambié de escuela y tuve vida propia, empecé a sacar las peores notas y con eso logré ser la penúltima de mi salón, y la niña con el puesto #91 de 100 estudiantes. Lo mejor, ¿verdad? Pero tuvieron su victoria por 5 años, aunque sufrieron por 7. Ja!

8. Soy independiente

No mucho, no puedo pagarme un carro, no trabajo, no me pago la universidad, no me pago apartamento, pero lo que quiero decir con independiente es que soy de las que siempre tienen plata (entré en una pequeña crisis este año, pero ya salí de ella). Aunque la culpa no es mía, es de mi papá, al que le presté hace un año $420 y me debe hasta el sol de hoy $200. ¿Qué hija mala le presta a su padre 420 dólares? Ninguna, y por eso es que soy buena.

9. Soy muy buena persona

Cuando me piden un favor, yo siempre lo cumplo (dentro de los márgenes normales). He hecho las charlas yo solita porque alguien estaba ocupado, o he dejado que se copien de mí, o en puestos nombres en los trabajos aunque esas personas no hayan trabajado. Soy muy buena gente, hasta el punto de ser tonta.

10. Soy respetuosa con los viejos

Y cuando hablo de viejos, no sólo hablo de las personas de la tercera edad, sino de los adultos en general (sólo tengo 17; pa mí todos son viejos). Doy los buenos días, no hablo incoherencias frente a ellos (como la mayoría de los adolescentes hacen), no levanto la voz, no digo palabras sucias (me las reservo para mi sub-consciente), respondo correctamente a sus preguntas y también pregunto preguntas de cortesía (¿mencioné que pregunto muchas preguntas buenas?) =) Cuando estamos reunidos toda la familia, los viejos, los nuevos y los más o menos nuevos, yo siempre quedo como el angelito no descarrilado de la familia, que es una deportista, que estuvo en una escuela buena y difícil y que es una preciosura de persona. Se nota que no conocen mi lado oscuro, pero ésa es la gracia de las reuniones familiares: pura apariencia. Los trapos sucios se lavan en casa y todos brillan de limpios en ese tipo de reuniones.

Como posdata, me toca poner que también soy buena porque tuve mis buenos momentos en el deporte, y eso me imagino que es de orgullo de parte de los padres.

No me queda nada más decir que así como soy una niña buena, también soy una niña muy mala.

Seguro que me pasaré de las 10!

Bye!

*Astrid A.*

3 comentarios:

Claudia S. dijo...

Hola Astrid!!
Bueno, eso del perrito, es pura chilladera nada mas, si te contara cuantas veces he pisado a mi perro (sin intención claro esta) y cuantas veces ha chillado como si le hubiera sacado el alma! xD
Amo a mi perrito, no pienses lo contrario jaja

Yo también le huyo a los deportes extremos, es que siempre pienso lo peor a la hora de practicarlos, entonces prefiero asegurar mi vida xD

Tal vez lo único que no hago es hacer los quehaceres de la casa, cuando era pequeña lo hacia... pero vino a vivir una tía con nosotros y ya nos ahorramos el trabajo, ella lo hace todo, porque quiere! nadie la obliga eeehh!

Saluditos, feliz semana! =)

Nicole dijo...

JA!...eres una buena niña astrid...
aparte ya tienes un testigo de la numero 7 si nadie te cree xD!
el perrito es medio exagerado..o.O pero bueno..saludos niña..
siga siendo buena...

.nic

*Astrid A.* dijo...

Te lo juro, quedé traumadisima cuando Tequilo pegó ese chillido... =( jajaja.. pero mi tía me dijo que no le hiciera caso, pero es que yo era tan niña y me sentía muy culpable!

Ojalá yo no tuviera que hacer las cosas de la casa, porque mi mamá a veces abusa... estoy cansada o con sueño o algo así y de todas maneras me manda a hacer las cosas!

Y si, Nicole, tú eres como que la única que podría asegurar que en serio yo fui inteligente! Hace muuuuchos años! ;)